domingo, 12 de abril de 2009

A la cima…

Y dieron las ocho, hora acordada para subir, no fue una idea muy original subir en Sábado santo, muchos nos copiaron, niños, jóvenes, abuelos, deportistas y hasta perros se las arreglaron para ascender por los agrestes senderos.

De mañana todo bien, el ánimo, las ganas, y todos los músculos es su lugar, primeras subidas y el consabido are we there jet?, se hizo escuchar cuando los cuarenta y cinco grados del terroso sendero, de complejidad media tirando pa alta nos empezó a mostrar que no era cualquier cerro.

Nuestro guía, entero y haciéndose el valiente, tiraba al grupo con paso seguro y aguerrido. Mas atrás el resto de la cuadrilla intentando seguirle las pisadas firme y decididos. Cerrando el cuarteto yo, echando periquitos por no haberme dado el tiempo necesario para al menos, regular mi capacidad pulmonar, los cuarenta minutos de bicicleta del día anterior no fueron suficiente.

Subir la campana no es cualquier cosa, hay que estar con los pies bien puestos sobre la tierra, bototos de guerra bien amarrados y con el objetivo en la cumbre.

Razón tenía el don para molestarse cuando le llamé cerrito a ese impresionante parque.
Muchas veces estuve allí, de paseo, por la parte baja, celebrando cumpleaños o sacando fotografías, pero escalando? Nunca.

Entre ramas y bordeando curvitas, con un angulillo de 45 grados que requieren mas que un par de piernas porteñas, extremidades terriblemente bien entrenadas, no hay excusa que sirva.

Ya en la mina, un gran logro, las botellas de agua en cero, nos esperaban muchos que haciendo trampa, subieron en sus tremendos 4*4 a disfrutar de la maravillosa vista por sobre las nubes.

El día estaba hermoso y aun quedaba medio camino para lograr cumbre, el descanso necesario antes de seguir cuesta arriba.

Me entretuve capturando todo lo que por el camino se me cruzó, esto me hizo quedar place en el grupo de avanzada, pero tan claro como el agua del río, la luz privilegiada de mañana es la mejor para inmortalizar las mejores tomas.

La placa de Darwin, otra sorpresa por descubrir, este científico recorrió esta zona, maravillándose con las mas de 320 especies vegetales, estuvo en estas alturas, mirando hacia el valle.

Recambio de poleras porque hasta los cordones transpiraban, todo mojado.

Una manzana para cumplir con el “one apple a day keep a doctor away”, y a seguir subiendo.

Queda menos, solo kilómetro y medio, dos horas mas para lograr cumbre.
Lo que no estaba en ningún libro era de que a la vuelta de la esquina se asomaba la garra de la campana, faltaba la parte mas complicada de la escalada.
El cerro en todo su esplendor nos mostró sus impresionantes riscos que sencillamente había que reptar.

No se que le dio a la Shuffe con esto de subir cerritos, si pa mi trekking era algo mas simple, sin necesidad de andar gateando por entre piedras, no pero ella tenia que lograr cumbre reptando.

Doscientos metros debo haber alcanzado de esos impresionantes riscos cuando mi memoria de Doris, entro en la parte dangerous advirtiéndome que el vértigo me jugaría una mala pasada, y así fue, mire hacia atrás y ahí mismito me convertí en estatua de sal, todo el mundo dio un giro descomunal de ciento ochenta grados y solo alcancé a cerrar los ojos, contar hasta diez y bajar mentalmente hasta el estabilizador plan. Me salvo la mochila que cargaba, más pesada que yo, me tiro hacia atrás, de lo contrario, puré de patatas rodando hasta el ultimo hilillo de agua que corre por los campamentos en la parte baja, exactamente mil ochocientos metros mas abajo…. Juas.

Con la vista hacia la montaña, gateando al revés, hasta sentir que el mundo dejaba de balancearse, me quede pensando en lo vulnerable que puede ser el ser humano.

A mi memoria vinieron recuerdos similares, como las pirámides de tenochtitlan, las del sol y la luna, tulúm, y otras que solo pude disfrutar desde el plan. Me sentí decepcionada, pero luego pensé que el subir no es el problema, si no el bajar, y ahí no me habría salvado nadie.

Los chicos lo lograron, llegaron a la cumbre, yo baje hasta la Mina y luego los esperé y esperé y esperé, hasta que me avisaron que luego de dos horas reptando habían logrado la cima.

El sol empezaba a bajar, decidí bajar con luz a paso lento, entreteniéndome con mi fotografinka, tarde ya, crepúsculo en el mar, y con los pies cansados de tantas vueltas, resbaladas y bajadas.

Dos horas más tarde, mis compañeros de trekking llegaron hecho pebre, pero llegaron.

De noche, cansados, nos fuimos al Copihue, bien valía la pena celebrar, una deliciosa cena, como siempre en ese cálido lugar, anécdotas para luego regresar a casa, reventados pero satisfechos, un Sábado santo de ascenso y meditación, que mejor?.


Trekking Sendero Andinista: Única ruta que conduce a la cima del Cerro La Campana, de 7 km. De extensión el cual se puede recorrer en aprox. 8 horas (ida y vuelta al punto de partida).

5 comentarios:

Elizabeth dijo...

En realidad nunca pense que fuera tan complicado llegar a la cumbre, despues de tantas horas de subir y bajar mis piernas quedaron para la historia, pero nada de eso importa, lo logre y ya no me cuentan cuentos, despues de la campana ........todo es posible......

Anónimo dijo...

Felicitaciones!!!, hasta donde sea que hayas llegado es merito.
Sigues en deportes amiga, que bueno, mente sana en cuerpo sano, recuerdo que decias eso.
Abrazos y cuidate mucho.

Gabo

Anónimo dijo...

Mientras leia, me empece a sentir cansada, pensando que tendre que dejar al vicio del humo, esta rodilla me esta molestando otra vez, pusha que estoy cansada ..... ahh que linda foto ..... cuanto falta!!! aun no llegamos si verdad que el aire es fresco y la vista mejor...... tengo sed..... El vertigo ?? yo no tengo vertigo ahhh verdad era un relato .... casi lo vivi , de lo que me estoy perdiendo
cuando vamos a la Campana ??
Pata Daysi

El Don dijo...

Ya ve mi querida Doña que no era tan solo un cerrito nada más y que el Don se lo dijo, tendrás que superar esa marca, ese será tu reto… Me gusto tu escrito narrando tu vivencia para quien ama y somos amantes de la naturaleza el hablar así de este imponente cerro es algo que me llena de orgullo y emoción, cuando fui niño este era mi patio ahí aprendí a respetar la naturaleza conocí la flora y la fauna que la visten y la habitan, y también me di cuenta que ante tanta majestuosidad somos simplemente nada, solo débiles criaturas en esta vida…

MadPat dijo...

Definitivamente los riscos son cosa seria, seguire con mis trekking areneros o al menos, mas planos, como el San Francisco.

De cualquier forma, algo cambió en mi ese imponente cerro...