viernes, 17 de julio de 2009

Cuando el príncipe se convirtió en sapo...

Los cuentos siempre terminan con un lindo y dulce final, la plebeya doncella que con su bondad y dulzura protege al sapo de la charca, lo alimenta, y cuida, entregando toda su nobleza, logra desentrampar al príncipe encantado que por envidia, la bruja mala del bosque, encapsuló en un verde y horrible sapo.

El beso de amor de dulcinea, desencantó para siempre al sapo, devolviéndole su principesca estirpe, envidia de todos los reinos.

Dueño de reinos y fortunas, el hidalgo caballero, presenta la doncella ante sus padres, quienes, agradecidos de tan noble gesto, adoptan a la simple criatura en el seno de la familia real, permitiendo que ambos se casen y sean muy felices comiendo perdices por el resto de sus vidas... Tan – Tán.


Y si la historia ocurriese al revés?...

Ambos, príncipe y princesa se encuentran luego de años de vagar en solitario, recuerdan lo felices que eran cuando juntos de pequeños, jugaban y reían por los dorados parques del reino celestial.

En algún momento de la vida el hecho fortuito de la bruja malvada los separa para siempre, ninguno vuelve a saber del otro, nunca jamás.

Cada quien sigue su camino, como un simple mortal, viviendo senderos tristes fuera del magnifico reino.

Como todo en esta vida es vuelta a la redonda.
Y cada ciclo abierto debe impajaritablemente cerrar.
Este amor inconcluso llega el día en que también, debe escribir, su propio y esperado final.

El universo se encarga, de regresar los personajes al tapete de la actuación y, con bastantes años encima, vuelven los osados príncipes, a cumplir su final feliz.

El reencuentro es mágico y la obra comienza a desarrollar su desenlace fatal.

Ambos, concientes del tiempo que perdieron cada uno por su lado, apresuran el paso y deciden continuar con el acto, desde el momento mismo en que fue congelado el escenario.

El amor suspendido revive y los recuerdos dormidos se agolpan por escapar de la vieja buhardilla que los guardo celosamente por eternos y crudos inviernos.

Las palabras, las caricias, los besos prometidos, se vuelven realidad. Los dulces abrazos recuperan el calor perdido en la larga y sorda espera.

Luego del reencuentro inicial, efusivo y anhelante, se abre paso la escena final, donde ambos deciden conectar sus caminos inconclusos.

Sobre la mesa, se transparentan sus actuales vidas, hijos, amigos, perros, gatos, pegas, esposos y ex amantes, bajan al escenario.

La trama cotidiana del largo caminar en solitario, también se despliegan sobre el tablón.

Del amor y recuerdo se pasa al diario vivir, de la nostalgia y la añoranza a la convivencia normal y el cuento acá, inicia su desenlace final.

Férreos caracteres formados por la fuerza del duro vivir, despliegan toda su magnificencia, de odiosidad y desencanto, despertando y estallando el conjuro del epílogo de este triste final.

El príncipe se convierte en sapo y la principesa desconsolada, no sabe ya como actuar.

Ambos se miran desconsolados adivinando de antemano, que el maleficio tortuoso no tiene vuelta atrás.

Sin palabras ni promesas, cada uno se retira, dejando el escenario vacío, con un final poco común; donde ambos se situan al principio del cuento, en que un príncipe encantado vuelve a su estado natural, convertido en horrible sapo que chapoteando y croando se aleja hacia el charco inicial... Tan – Tán.

2 comentarios:

Lanita dijo...

Me gusto mucho el cuento, que lastima que tu hablidad para las letras no de para mantener casa, gato, universidades etc. pero ese es otro tema.
...Es triste la historia :(, en todo caso la culpa la tiene Disney que nos vendio la pomá de que los cuentos siempre tienen final feliz...y que los sapos se convierten en principes Puras Mentiras !!. ¿Sera que mejor hay que besar solo principes? mmmmhhh...

MadPat dijo...

Uuhh menuda reflexion Lanita, la verdad es que la historia no dista mucho de todas las historias de amor de este planeta... es mas, nos enamoramos de bellos principes que terminan convertidos en sapos: Cotidianamente!!!.
Mas extraño es enamorarnos de sapos que convertimos en principes despues del beso encantado, pero a veces... sucede...
WD cierto, nos metio en la cabeza los finales felices y asi esperamos eternamente a nuestro principe montado en un blanco corcel que nos lleve por el sendero del amor eterno...
Crazo error.
WD debiera escribir cuentos para niños: R E A L E S, asi no nos formariamos tantas expectativas frente a la verdad del amor "encapsulado"?.
Tan-Tán.