jueves, 26 de noviembre de 2009

Pesa tu mochila?

Quien habrá inventado las mochilas?, seguro para quién caminar descalzo por las piedras era fácil y sumando un poquitín de esfuerzo mejor la escalada hasta llegar a la cumbre… Sádico?, masoquista?, quizás ni uno ni otro, quizás ambos.

Lo cierto es que las mochilas pesan y aunque vayan vacías pesan lo mismo, en algún momento de la subida se hará notar.

Las hay grandes, pequeñas, ajustables y de colores, cada quien tiene la suya y es imprescindible subir con ella.

Algunos deciden llevar poca carga, otros llevan hasta por si acaso, para ambos esa mochila es un estorbo, pero a todas luces también necesaria…

Que contradicción mas vital!!!

Hay formas y maneras de llevarlas, colgada a la espalda, equilibradamente entre hombros, hacia adelante a vista y paciencia del que la carga, en uno de los hombros intercambiando de vez en cuando, en la mano colgando cuan larga puedas o arrastrando detrás de tus talones cuando las fuerzas ya no te dan.

Escoger una mochila no es fácil porque dura toda una vida, y es tuya por derecho propio aunque la prestes al que va al lado en un momento de descanso. Llega el segundo que deberás volver a ella y nuevamente sentirás el peso acordado.

No sé de nadie que no lleve mochila, tampoco conozco a nadie que no se de cuenta de esto en algún momento del camino. Aunque verdadero es, que cuando pequeño casi no la sientes, generalmente porque la cargan tus padres, pero luego cuando creces debes hacerte responsable, y a medida que avanzas la vas llenando de vida y eso le va dando el peso que interrumpe la escalada tantas veces como decidas.

Por el sendero es fácil ir dejando carga, y a momentos puede parecer amistosa la sensación de liviandad, pero pronto sientes necesidad de recargar y vuelves a sumar a tus talones peso adicional.

Puedes incluso en instantes abandonarla en el camino, sin embargo es sabido, que tarde o temprano volverás por ella, de la misma manera que vuelve la vida, las situaciones y personas con las cuales no cerraste círculo.

Esto es ley de vida, el círculo para existir debe estar cerrado y mientras no ocurra, seguirá penando hasta completar su ciclo.

Al final del camino, en la cumbre de la montaña, esta el descanso, y con ello, puedes desocupar tu carga, todo se vuelve liviano e insignificante, todo pierde su real magnitud.

La magnificencia con que puedes visualizar desde lo alto, es tan espléndido que cualquier esfuerzo finalmente vale la pena.

No menos real es que desde ese mismo ángulo, todo pierde sentido práctico y te sientes insignificante ante tanta majestuosidad.

Es bueno lograr cumbre y descansar luego de un arduo camino, dejar la mochila tirada y dedicarte a disfrutar.

A veces debes volver a bajar pero tienes la alternativa de quedarte allí para siempre, sin importar nada más que tú presencia, que se conjuga con el total de las cosas y que sumado en un todo forma el equilibrio perfecto que necesita el universo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cierto lo que dices amiga mia.
Todos llevamos tremendas mochilas, la gracia esta en el equilibrio.

Gabo