Si sales, cierra puertas o volverás, o te volverán…
Debía llegar al tope de Grecia, doblar a la derecha y hasta el final, punto de encuentro para la subida nocturna.
Me entusiasmo la experiencia, no siempre fácil de concretar, sin mucha expectativa más que subir, tomar muestras nocturnas y regresar a lo mío.
De Mar a Cordillera, literalmente, así fue el cruce para esta escalada, de viaje tranquilo para llegar a tiempo al encuentro programado.
Empezar a subir Grecia, sin reconocer espacios, fue lento, cada paso en pausa se hizo antañoso, casi obligado, era necesario, partí sin mirar atrás dejando puertas sin cerrar.
Demasiados cambios Grecia arriba, irreconocibles, calles olvidadas, solo iconos que me hacían sentir que estaba en el carril correcto…
Seguí subiendo, como esa mañana de Agosto, cordillera alba invitando a vivir en lo alto.
Ese parque verde que otrora sirvió de alfombra, seguía intacto, cómplice de momentos idos, quietos, olvidados… Verde que te quiero verde!.
Desde la rotonda y hacia arriba ya nada es igual, perdí la perspectiva guardada en disco duro, no mas reja que aislaba feliz el mundanal ruido.
Se estrechó la calle y hubo que quitar espacio al residente.
A tiempo y casi por instinto, viré a la derecha, la misma calle, pero más cansada, se veía llena, llena de sombras, llena de vidas que pasaron por ella algún día, llena de cosas nuevas, muy llena de todo, ya no mas la calle tranquila y despejada que invitaba temprano a mirar la limpia cordillera frente a tus ojos.
No pude evitarlo, seguí hasta la plazuela, los arboles crecieron y hoy dan sombra fuerte al espacio que antes permitió visión limpia desde lo alto hasta el horizonte, ya no hay espacio.
Hasta el morro perdió su encanto, hoy, clausurado con un feo letrero de “Peligro no subir”, qué sentido tiene un morro en medio del camino que solo estorba la vista de quien sube o baja?
Mire hacia lo alto, esperando ver el pasado, vi a Diana corriendo a tu lado, y subiendo rauda luego de la rutina sabática.
Seguí subiendo hasta salir por la derecha, aun era temprano y Jorge no llegaría pasado en media hora.
Instintivamente, doble a la derecha y a la derecha, encontré la esquina, cubierta de orgullo, solo un instante antes de volver.
Me detuve en silencio, con la frente en alto, en aquella esquina que domina todo.
Debía bajar y cerrar la puerta, todo sigue igual, las macetas de frutillas, los hibiscus y las rosas, una persiana de madera a medio abrir, para dar luz a la pieza de juegos.
Con paso seguro me fui al boliche, un jugo de escusa para revisar, el mismo cacero en segunda instancia, nos miramos, nos reconocimos, nadie dijo nada, no era necesario, ambos supimos que ya no estaba más, la indolencia, la vulnerabilidad, solo faltaba decir adiós y cerrar.
Me fui tranquila, porque nada queda, todo ya cambió. A tiempo de encuentro antes de seguir por Grecia hasta el final.
De la caminata, nada que decir, una fila de luciérnagas ciegas hasta lo alto de una cascada.
Hacia abajo, Santiago nocturno que brilla fuerte, mucho más alto que entonces, ya casi no queda cordillera limpia, han invadido los cerros, esos que escalamos muchos abriles atrás, cuando aun brillaban verdes, las hermosas viñas que dejaban ver sin trabas, desde lo alto de Los Andes hasta el mismo horizonte, horizonte que hoy me acoge, me conforta y me protege, donde regresé rauda, ya de madrugada a acunarme luego de cerrar tu puerta.
domingo, 17 de abril de 2011
Nocturno
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4 comentarios:
Lunes 18 de Abril 2011
Jorge Garcia T:
Patita...que forma de escribir, nos llevas de paseo en cada relato...muchas gracias por compartir este espacio con todos nosotros.
Gracias Jorgito, Jamas imagine que coordinar contigo en el Violeta me llevaría a ese Dejabú
Abrazos
Hermoso relato como siempre amiga mia.
Gabo
¡Me pongo de pie Madpat! ¡qué notable relato!, la verdad es que esta vez no puedo agregar más, dejemos que sigan brillando esas hermosas letras tuyas.
Un abrazo.
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