viernes, 25 de agosto de 2006

La gran Oruga Peluda (Parábola)

El bosque estaba rebosante de vida, y debajo del tapiz de hojarasca que cubría el suelo, la gran oruga peluda hablaba a su grupo de orugas discípulas. No había cambiado gran cosa en la comunidad de las orugas. El trabajo de la gran oruga peluda era vigilar al grupo para que se conservaran y respetaran las viejas costumbres. Al fin y al cabo, eran sagradas.
—Se dice -decía la gran oruga peluda entre mordisco y mordisco a su comida de hojas- que hay un espíritu en el bosque que está ofreciendo a todas las orugas un nuevo contrato mejor. Ñam, ñam. He decidido conocer a este espíritu y aconsejaros sobre lo que tenéis que hacer.
-¿Dónde encontrarás al espíritu? -preguntó una de las discípulas.
-Vendrá a mi -dijo la gran oruga peluda-. Al fin y al cabo yo no puedo ir muy lejos, ¿sabes? No hay comida más allá de la arboleda. No puedo quedarme sin comida. Nam, ñam.
Así que cuando la gran oruga se quedó sola, llamó en voz alta al espíritu del bosque y, poco después, el grande y tranquilo espíritu se acercó a ella. El espíritu del bosque era hermoso, pero gran parte de él quedaba escondida puesto que la oruga no se movía de su cómodo lecho de hojas.
-No puedo ver bien tu cara -dijo la gran oruga.
-Ven un poco más arriba -dijo el espíritu del bosque con voz amable-. Estoy aquí para que me veas.
Pero la oruga seguía donde estaba. Al fin y al cabo, ésta era su casa, y el espíritu del bosque estaba aquí porque le había invitado.
-No, gracias -dijo la gran oruga peluda-. Demasiadas molestias. Dime, ¿qué es todo eso que oigo sobre un gran milagro sólo disponible para las orugas, no para las hormigas ni para los ciempiés, ¡sólo las orugas!?
-Es verdad, -dijo el espíritu del bosque- habéis ganado un regalo maravilloso. Y si decidís que lo queréis, os diré cómo conseguirlo.
-¿Y cómo lo hemos ganado? -preguntó la gran oruga peluda, ocupada con su tercera hoja desde el principio de la conversación-. No recuerdo haberme presentado a nada.
-Lo habéis ganado a través de vuestros maravillosos esfuerzos de toda la vida para hacer que el bosque siguiera siendo sagrado -dijo el espíritu.
-¡Pues claro! -exclamó la oruga-. Hago esto cada día, cada día. Soy la líder del grupo, ¿sabes? Por eso estás hablando conmigo en lugar de con cualquier otra oruga.
Al oír este comentario, el espíritu del bosque sonrió a la oruga, aunque ésta no pudo verlo puesto que había decidido no salir de su hoja.
-He hecho que el bosque siguiera siendo sagrado durante mucho tiempo —dijo la oruga—. ¿Qué me ha tocado?
-Es un regalo maravilloso —contestó el espíritu del bosque-. Ahora eres capaz, a través de tu propio esfuerzo, de convertirte en una hermosa criatura alada y ¡volar! Tus colores serán impresionantes, y tu movilidad dejará boquiabiertos a todos cuantos te vean. Podrás ir volando a donde quieras dentro del bosque. Podrás encontrar comida en todas partes y conocer a nuevas hermosas criaturas aladas. Y todo esto lo puedes hacer inmediatamente si quieres.
-¡Orugas que vuelan! —reflexionó la peluda—. ¡Es increíble! Si es cierto, muéstrame algunas de esas orugas voladoras. Quiero verlas.
-Es fácil -contestó el espíritu-. Simplemente viaja a un lugar más elevado y mira a tu alrededor. Están por todas partes, saltando de rama en rama disfrutando de una vida maravillosa y abundante al Sol.
-¡Sol! -exclamó la oruga-. Si realmente eres el espíritu del bosque, sabrás que el Sol es demasiado cálido para nosotras las orugas; nos cuece, sí, no es bueno para el pelo, sabes, tenemos que estar en la oscuridad;
no hay nada peor que una oruga con el pelo feo.
-Cuando te transformes en la criatura alada, el Sol resaltará tu belleza -dijo el espíritu amable y pacientemente—. Los viejos métodos de tu existencia cambiarán radicalmente, y dejarás los viejos hábitos de oruga por el suelo del bosque y te lanzarás a las nuevas maneras de las aladas.
La oruga se quedó callada por un momento.
-¿Quieres que deje mi cómodo lecho y viaje a un sitio alto, al sol, para tener una prueba?
-Si necesitas una prueba, esto es lo que tienes que hacer -contestó el paciente espíritu.
-No, -dijo la oruga-, no puedo hacer esto, tengo que comer, ¿sabes? No puedo ir a sitios desconocidos bajo el Sol a papar moscas mientras hay trabajo aquí. ¡Demasiado peligroso! De todos modos, si fueras el espíritu del bosque, sabrías que los ojos de la oruga apuntan hacia abajo, no hacia arriba. El gran espíritu de la Tierra nos dio buenos ojos que apuntan hacia abajo para que podamos encontrar comida; cualquier oruga sabe eso. Lo que pides no hace para una oruga -dijo la oruga peluda, cada vez más desconfiada-. El mirar hacia arriba no es algo que hagamos a menudo.
La oruga se quedó callada por un instante.
-¿Y cómo conseguimos esta historia voladora? Entonces el espíritu del bosque explicó el proceso de metamorfosis. Explicó que la oruga tenía que comprometerse al cambio, puesto que no se podía dar marcha atrás una vez empezara. Explicó cómo la oruga usaba su propia biología mientras se encontraba en el capullo para convertirse en una criatura alada. Explicó que el cambio requeriría un sacrificio, un tiempo de oscuridad callada en el capullo hasta que todo estuviera listo para la conversión en una hermosa criatura voladora multicolor. La oruga escuchaba en silencio, sin interrumpir, excepto por los ruidos de masticación.
-A ver si lo he entendido -dijo irreverentemente la oruga-. Quieres que todas nosotras nos echemos e intentemos que nos ocupe una cosa biológica de la cual nunca hemos oído hablar. Entonces, ¿tenemos que dejar que esta cosa biológica nos encierre totalmente en la oscuridad durante meses?
-Sí —contestó el espíritu del bosque, que sabía perfectamente hacia donde se encaminaba la conversación.
-Y tú, el gran espíritu del bosque, ¿no harás esto para nosotras? ¿Tenemos que hacerlo nosotras mismas? ¡Creí que nos lo habíamos ganado!
-Os lo habéis ganado -dijo tranquilo el espíritu—, y también habéis ganado el poder de convertiros en la nueva energía del bosque. Incluso mientras estás sentada en tu hoja, tu propio cuerpo está equipado para hacerlo todo.
-¿Qué ha pasado con los días en que la comida caía del cielo, las aguas se abrían y los muros de las ciudades caían, y cosas como esas? No soy tonta, sabes. Puede que sea grande y peluda, pero llevo por aquí algún tiempo. El espíritu de la Tierra hace siempre el mayor trabajo, y todo lo que se supone que tenemos que hacer es seguir instrucciones. De todos modos, si hiciéramos lo que pides, ¡nos moriríamos de hambre! Toda oruga sabe que tiene que comer todo el tiempo..." Ñam, ñam. "... para seguir con vida. Tu gran nuevo contrato me parece muy sospechoso.
La oruga pensó por un momento y dijo ¡Descartado! al espíritu del bosque al tiempo que se volvía para ver de dónde sacaba el próximo mordisco. El espíritu del bosque se marchó en silencio como se le pedía, mientras oía a la oruga murmurar para sí misma: -¡Orugas que vuelan! ¡Y qué más! Ñam, ñam.
Al día siguiente, la oruga hizo una proclama y reunió a sus discípulas para una conferencia. Estaba todo inmóvil mientras la multitud escuchaba intensamente para averiguar qué era lo que la gran oruga peluda tenía que decir acerca de su futuro.
-¡El espíritu del bosque es malvado! -proclamó la oruga a sus discípulas-. Quiere engañarnos para llevarnos a un sitio muy oscuro donde, con seguridad, moriremos. Quiere que creamos que nuestros cuerpos se convertirán en orugas voladoras: todo lo que tenemos que hacer es ¡dejar de comer durante unos meses!
Una gran carcajada siguió a esta observación.
-El sentido común y la historia os mostrará cómo ha funcionado siempre el gran espíritu de la Tierra -siguió la oruga-. ¡Ningún buen espíritu os llevará a un sitio oscuro! ¡Ningún buen espíritu os pedirá que hagáis algo tan propio de Dios por vosotras mismas! Estos son los trucos del malvado espíritu del bosque.
La oruga se hinchó de propia importancia, lista para el siguiente comentario.
-He estado con el malvado, ¡y lo he reconocido!
Las otras orugas se volvieron locas con aprobación tras este comentario, y llevaron a la gran oruga peluda en sus peludas espaldas en círculos a la vez que le agradecían que las hubiera salvado de una muerte segura.
Dejamos este festival de orugas y con cuidado nos vamos hacia arriba, a través del bosque. A medida que la conmoción del suelo se va desvaneciendo de nuestros oídos, pasamos a través del tapíz de hojas que protege el suelo del bosque de los rayos del Sol. Poco a poco nos desplazamos a través de la oscuridad de las hojas, hacia el área reservada a aquellos que pueden volar. Y a medida que el estrépito de las orugas en celebración se aleja de nuestros oídos, experimentamos la grandeza de las aladas. Saltando de árbol en árbol bajo la brillante luz del Sol se encuentra una multitud de orugas voladoras de gloriosos colores llamadas mariposas, cada una de ellas engalanada con el esplendor de los colores del arco iris, algunas de ellas viejas amigas de la gran oscura oruga peluda de abajo, cada una de ellas con una sonrisa y montones para comer, cada una de ellas transformada por el gran regalo del espíritu del bosque
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