lunes, 26 de noviembre de 2007

Mi fin de semana...

Fue intenso, como hace mucho no tenia uno.

Diferente, me deje llevar por la corriente, como buen picis, me abandoné hacia aguas corrientes...
Y resulto inesperado.

El viernes llegando, me había propuesto descansar, relajarme y el fin de semana haría lo mismo...Nada....

El llamado de mis amigas para celebrar la nueva adquisición de una de ellas, alerto mis sentidos y me dije, ya remolona, andá que esta noche es de risas.

Una cena entretenida, como siempre, y de ponerse al día con la semana, amenizó el inicio de mi fin de semana.

El Sábado estaba medio planificado, amaneció nublado y eso era bueno, una reunión de palteros a medio día no habría sido igual a pleno sol.

Se alargó armoniosamente y bajé de las Lomas tarde ya...hasta aquí llego mi día, y me guardaré a descansar me dije, no terminé la frase y Juanita amablemente me invitó a un cumpleaños....en el campo.

Partí sin ninguna expectativa, y me sorprendí tanto, que aun reviso las vivencias que me hicieron pensar que aun podemos rescatar lo auténtico.

Familia sencilla, alegre y acogedora a quienes sin previo aviso llegue como invitado de piedra.

Exquisitos manjares a la mesa preparados en horno de barro, más la alegre conversación hicieron que la noche se adentrara hasta altas horas de la madrugada.

Hacia mucho que no veía una tan bonita familia, grande, cariñosa, donde el respeto por los mayores y por cada persona es primordial.

Familia de tradiciones, de campo chileno, de caballos y rodeos, una familia costumbrista.

Me llevo a reflexionar que no todo esta perdido en las raices chilenas.

Fueron muchos los temas de conversación, comidas, rodeos, música, recuerdos, etcétera, que me hicieron sentir gratamente acogida.

De madrugada debimos intentar llegar enteros, casi dos horas de carretera nocturna, con mucho sueño pero satisfechos de haber disfrutado ese especial cumpleaños.

El domingo no quería despertar, pero mi refri me recordó que si no lo abastecía ahora, ya no seria hasta el próximo fin de semana y de reserva no quedaba ni una hoja de lechuga.

Así que me armé de paciencia y aproveche otro día nublado para escaparme de compras.

Lista la despensa, baje un rato a caminar por la playa libre de turistas dado que el sol no hizo su aparición, sin embargo el día estaba templado, justo para caminar tranquilo guardando energías.

De tarde se reincorporó el sol playero, que acomodó mi acostumbrada siesta para descansar y dar por finalizado este no planificado fin de semana.

Creo que todo eso ayudó a que este Lunes no se me haga tan pesado, sip, hoy estoy de humor.

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