viernes, 18 de abril de 2008

Maratón de neuronas.

Nunca corrieron al cien y por tanto tiempo consecutivo.

Es que en este proyecto país, la maratón de neuronas es una cosa cotidiana.

Miles de neuronas corriendo de lado a lado, chocando y entrelazándose unas con otras para lograr un objetivo de equipo.

Día y noche, día y noche, día y noche....la carrera de neuronas es fulminante.

Muchos cerebros brillando todos juntos, generando mas luz que toda la que necesitamos hoy en este mundo.

Todo de maravillas, hasta que empezaron a quedar en el camino las primeras rezagadas, agotadas de pilas, saturadas de estrés o encandiladas de tanto correr.

Es entonces cuando empiezan a estrellarse y eliminarse unas a otras.

Es necesario descansar, detenerse y seguir avanzando.

No resulta el pánico, ni el desorden, ni la histeria,... y ahí stamos mal, todo eso sobra en este proyecto, es como si en la partida se hubiese declarado, la carrera por tu vida, está en esta competencia de neuronas.

El estrés de las neuronas es cosa seria, empiezas por perder el control, los nervios se apoderan de ti y el desencaje funcional es imperante... luego de eso, ya no hay como restaurar, aunque queda el último recurso, camisa de fuerza.

Nos equilibramos justo en el punto antes, de la camisa de fuerza, aunque ya hay uno que otro que es primer candidato.

Por otro lado, estas inquietas amigas, se aceleran cual meteoro, todas en movimiento, es una fiesta sin paredón.

Cada una quiere ser mas que la otra y así, empiezan a atolondrarse fuera de control.

Las semanas, días, horas, minutos y segundos, se hacen agua... sin darnos cuenta, avanzamos de mes en mes, sin estación, magnitud ni tedio.

Del desgaste físico, ni hablar, es mayúsculo, aunque es bien sabido, que el brío tiene su cuna en la mente humana y muchas veces traspasamos barreras, mas allá de lo siquiera imaginable por el solo hecho del deseo.

De cualquier manera, el ritmo es máximo y llega un instante, en que es necesario detenerte o sencillamente tus funciones básicas, se pierden, te quedas dormido de pie, no almuerzas, no hay tiempo para un café, y de camaradería ni hablar.

Hay que estar muy bien parado y de cabales plenos, tener nervios de acero para trabajar a todo pulmón, de otra forma, te come la maquinita de la presión y la histeria te hace presa fácil de tu propia presunción.


Cuando tienes claro que “no pasa nada”, frase aplicable a casi todo, y sin pecar de negligencia, puedes manejar estos ritmos con la velocidad adecuada y el humor necesario para no terminar como un plato desastroso de puré de neuronas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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