Desde el inicio de los tiempos, es que colecciono de un cuantuay de cosillas: estampillas, servilletas, monedas, cajas de fósforos, pañuelos, conchas de mar, piedras, figuritas, música, etcétera.
Cada vez que algo llama mi atención es seguro que seguiré su pista y empezaré una nueva colección.
Solo por el hecho de coleccionar, llegué a tener miles de objetos relacionados.
Recuerdo las estampillas, seguía e intercambiaba sellos postales con todo el mundo, era un medio mágico, ya que lograba intercambiar postales o cartas con personas de todas partes, solo para tener la estampilla con el sello y la fecha de despacho, no se donde fue a parar mi colección de estampillas, seguro cuando aparecieron los correos electrónicos perdió valor.
Servilletas de los mas diversos tamaños y texturas, algunas finamente diseñadas en papel de arroz japonés, otras bellamente dibujadas a mano, únicas en su especie, así llegué a tener mas de mil tipos diferentes de todo el planeta.
Las cajitas de fósforos, se inicio cuando mi padre, estando en Venezuela, me enviaba algunas con trajes típicos del país, eran simpáticas. Llegué a guardar muchas, tampoco se donde se perdieron.
Conchitas de mar, me encanta el mar y siempre he estado cerca de alguna costa, desde pequeña recorro playas revisando conchitas dejadas por las olas, de todo tipo, y en cada lugar donde he estado, he traído conchas de colección. Aun mantengo varias, algunas las he perdido producto del descuido con mi gato que salta de repisa en repisa dando al suelo con algunas difíciles de conseguir; aun me quedan varias, muchas para ser exacto.
Piedras, tienen un atractivo especial y logran identificarme con los lugares por donde he patiperreado, en mis caminatas nunca falta alguna piedra para el recuerdo.
Casitas en miniatura, también me gustan mucho y cuando voy de viaje me traigo algunas que nunca faltan en las ferias de artesanías propias del lugar.
Figuritas peruanas en miniatura, me divierten, sus colores y la curiosidad con que fueron modeladas en tan pequeña escala, verdaderas obras de arte. También he perdido varias, nuevamente mi gato gay, no encuentra nada mejor que jugar con las pequeñas figuritas.
Pañuelos, de todos los portes y colores, en sedas, gasas, etc, me gusta sentir sus texturas.
Perfumes, uno de acuerdo al estado de ánimo diario, y así, suma y siguen mis colecciones
Monedas, collares, pulseras, relojes, anillos…. Jajajjaa, parezco indio según errebebe, todo lo que brilla o llama mi atención es candidato a ser coleccionable.
Somos muchos los coleccionistas, y hay de todos tipos pero hay alguien que sale de toda norma, sip, doña Flor, ella colecciona hombres, tal y como lo leen, es coleccionadora de hombres. No importa si son casados, solteros, viudos, separados, jóvenes o viejos, todo sirve para su colección de especimenes masculinos.
Dicen por ahí que alguna vez estuvo muy enamorada, y con vestido en mano, el hombre se le arrepintió, la dejo por otra.
Desde entonces doña Flor va por la vida coleccionando a cuanto macho se le cruza por delante y lo que es peor, si es hombre ocupado, comprometido, mejor. Ella es capaz de meterse al medio y hacer rendir a sus pies al hombre en el cual puso su objetivo, todo eso, en menos de lo que canta un gallo y no con uno, dos y tres es mejor.
El despecho le hace intentar recuperar a su pareja, robando hombres de la misma manera en que a ella se lo levantaron. Poco le dura su colección, una vez alcanzado su cometido, pierde su interés y corre por una nueva víctima.
Cada vez que algo llama mi atención es seguro que seguiré su pista y empezaré una nueva colección.
Solo por el hecho de coleccionar, llegué a tener miles de objetos relacionados.
Recuerdo las estampillas, seguía e intercambiaba sellos postales con todo el mundo, era un medio mágico, ya que lograba intercambiar postales o cartas con personas de todas partes, solo para tener la estampilla con el sello y la fecha de despacho, no se donde fue a parar mi colección de estampillas, seguro cuando aparecieron los correos electrónicos perdió valor.
Servilletas de los mas diversos tamaños y texturas, algunas finamente diseñadas en papel de arroz japonés, otras bellamente dibujadas a mano, únicas en su especie, así llegué a tener mas de mil tipos diferentes de todo el planeta.
Las cajitas de fósforos, se inicio cuando mi padre, estando en Venezuela, me enviaba algunas con trajes típicos del país, eran simpáticas. Llegué a guardar muchas, tampoco se donde se perdieron.
Conchitas de mar, me encanta el mar y siempre he estado cerca de alguna costa, desde pequeña recorro playas revisando conchitas dejadas por las olas, de todo tipo, y en cada lugar donde he estado, he traído conchas de colección. Aun mantengo varias, algunas las he perdido producto del descuido con mi gato que salta de repisa en repisa dando al suelo con algunas difíciles de conseguir; aun me quedan varias, muchas para ser exacto.
Piedras, tienen un atractivo especial y logran identificarme con los lugares por donde he patiperreado, en mis caminatas nunca falta alguna piedra para el recuerdo.
Casitas en miniatura, también me gustan mucho y cuando voy de viaje me traigo algunas que nunca faltan en las ferias de artesanías propias del lugar.
Figuritas peruanas en miniatura, me divierten, sus colores y la curiosidad con que fueron modeladas en tan pequeña escala, verdaderas obras de arte. También he perdido varias, nuevamente mi gato gay, no encuentra nada mejor que jugar con las pequeñas figuritas.
Pañuelos, de todos los portes y colores, en sedas, gasas, etc, me gusta sentir sus texturas.
Perfumes, uno de acuerdo al estado de ánimo diario, y así, suma y siguen mis colecciones
Monedas, collares, pulseras, relojes, anillos…. Jajajjaa, parezco indio según errebebe, todo lo que brilla o llama mi atención es candidato a ser coleccionable.
Somos muchos los coleccionistas, y hay de todos tipos pero hay alguien que sale de toda norma, sip, doña Flor, ella colecciona hombres, tal y como lo leen, es coleccionadora de hombres. No importa si son casados, solteros, viudos, separados, jóvenes o viejos, todo sirve para su colección de especimenes masculinos.
Dicen por ahí que alguna vez estuvo muy enamorada, y con vestido en mano, el hombre se le arrepintió, la dejo por otra.
Desde entonces doña Flor va por la vida coleccionando a cuanto macho se le cruza por delante y lo que es peor, si es hombre ocupado, comprometido, mejor. Ella es capaz de meterse al medio y hacer rendir a sus pies al hombre en el cual puso su objetivo, todo eso, en menos de lo que canta un gallo y no con uno, dos y tres es mejor.
El despecho le hace intentar recuperar a su pareja, robando hombres de la misma manera en que a ella se lo levantaron. Poco le dura su colección, una vez alcanzado su cometido, pierde su interés y corre por una nueva víctima.
Pobre doña Flor, nunca volverá a recuperar lo que alguna vez perdió, ni a cuesta de dejar estragos levantando y coleccionando hombres ajenos.
4 comentarios:
Oye Madpat y esta doña flor existe???
Gabo
Guauuuu... y que tal es la doña Flor?
RV
Jooo pero Gabriel... tu sabes que mis historias siempre tienen base real y si, existe la doña, solo cambie su name...
Y que tal es?... mmmm, yo creo que sordida ademas de dañina... but you know
jajajajaj amiga todabia sigues coleccionando leseras? todabia espero las piedras que me prometiste de tu salida al volcan chillan.
cristi
Publicar un comentario