Todos los días nos enfrentamos a la toma de decisiones, desde que llegamos a este mundo hasta el ultimo respiro que damos, debemos tener resoluciones.
Al despertarnos debemos resolver si seguimos en cama o nos levantamos, luego de camino al baño decidimos si nos bañamos o solo nos damos una manito de gato. Si nos duchamos, la solución inmediata será si lo hacemos con agua fría o caliente, y también si tendremos un largo baño o una pasada por la ducha, y así, paulatinamente todo nuestro día esta lleno de determinaciones.
Muchas de estas acciones, las realizamos de manera inconsciente, estamos tan habituados a ellas que no le damos mayor importancia.
En el abanico de situación por resolver, están las más complejas, que nos van poniendo a prueba, dado que muchas veces implica ir cerrando puertas para enfrentarnos a ventanales abiertos a misterios insondables.
Cuando nos enfrentamos a este tipo de encrucijada, y dependiendo de la situación, es posible mantenernos en el plano de la NO-DECISIÓN, tanto tiempo como podamos soportar, hasta que finalmente, algo nos obliga a optar por un camino, ya sea la resolución de permanecer donde estamos sin cambios, asumiendo el costo que eso considera, o ir al frente con todo lo que eso conlleva.
Hay determinaciones dolorosas, y que nos penan toda la vida, como hay otras providenciales que nos abren mundos de esperanza.
Hay decisiones en las que debemos sacrificar mas de un sueño, incluyendo a personas queridas, y otras en las que un universo nuevo se nos entrega de manera insospechada.
El tema es que, a cada instante debemos resolver mientras vamos por esta vida, y eso, podemos tomarlo o dejarlo.
Es cómodo dejar hacer, y que la corriente nos lleve por donde se le antoje, así tendremos la excusa de que no ser responsable de nuestro propio camino.
Nos asusta el tener que enfrentar escenarios nuevos y preferimos quedarnos en lo cotidiano, lo conocido, lo que dominamos al revés y al derecho.
Cerrar puertas y partir hacia mundos distintos, supone fuerza, coraje y atrevimiento. Debemos estar dispuestos a partir de cero en circunstancias absolutamente ignoradas.
Debemos confiar en nuestro instinto y en todas las nuevas disposiciones que se nos van presentando. Es uno de los riesgos más altos a los que podemos estar dispuestos a vivir.
Personalmente me he arriesgado mas de una vez, en diferentes planos, y cada vez que me he aventurado por cambios radicales, el resultado ha sido superior...
Superior a lo esperado porque he optado por la nada, nada que acarrea toda la sorpresa posible dentro de lo inesperado.
Es probable que me agraden las sorpresas, y eso tiene el riesgo del desencanto, y frente a estas situaciones, intento visualizar la parte positiva, de esta forma, la balanza se inclina a mi favor, ciertamente medido desde mi punto de vista, ya que lo más probable es que si lo examina otro, el resultado no necesariamente es el mismo.
Acá juega otro factor importante y es el punto de vista como ves las cosas.
Lo concreto es que jugadas hay muchas, esta vida es un tremendo tablero de ajedrez, y las jugadas magistrales están dadas solo por los maestros, quienes dominan además del tablero, el movimiento de cada pieza y luego en su compleja mente saben decidir por la estrategia correcta que llevará el juego al desenlace perfecto de un jaque mate ganador.
Al despertarnos debemos resolver si seguimos en cama o nos levantamos, luego de camino al baño decidimos si nos bañamos o solo nos damos una manito de gato. Si nos duchamos, la solución inmediata será si lo hacemos con agua fría o caliente, y también si tendremos un largo baño o una pasada por la ducha, y así, paulatinamente todo nuestro día esta lleno de determinaciones.
Muchas de estas acciones, las realizamos de manera inconsciente, estamos tan habituados a ellas que no le damos mayor importancia.
En el abanico de situación por resolver, están las más complejas, que nos van poniendo a prueba, dado que muchas veces implica ir cerrando puertas para enfrentarnos a ventanales abiertos a misterios insondables.
Cuando nos enfrentamos a este tipo de encrucijada, y dependiendo de la situación, es posible mantenernos en el plano de la NO-DECISIÓN, tanto tiempo como podamos soportar, hasta que finalmente, algo nos obliga a optar por un camino, ya sea la resolución de permanecer donde estamos sin cambios, asumiendo el costo que eso considera, o ir al frente con todo lo que eso conlleva.
Hay determinaciones dolorosas, y que nos penan toda la vida, como hay otras providenciales que nos abren mundos de esperanza.
Hay decisiones en las que debemos sacrificar mas de un sueño, incluyendo a personas queridas, y otras en las que un universo nuevo se nos entrega de manera insospechada.
El tema es que, a cada instante debemos resolver mientras vamos por esta vida, y eso, podemos tomarlo o dejarlo.
Es cómodo dejar hacer, y que la corriente nos lleve por donde se le antoje, así tendremos la excusa de que no ser responsable de nuestro propio camino.
Nos asusta el tener que enfrentar escenarios nuevos y preferimos quedarnos en lo cotidiano, lo conocido, lo que dominamos al revés y al derecho.
Cerrar puertas y partir hacia mundos distintos, supone fuerza, coraje y atrevimiento. Debemos estar dispuestos a partir de cero en circunstancias absolutamente ignoradas.
Debemos confiar en nuestro instinto y en todas las nuevas disposiciones que se nos van presentando. Es uno de los riesgos más altos a los que podemos estar dispuestos a vivir.
Personalmente me he arriesgado mas de una vez, en diferentes planos, y cada vez que me he aventurado por cambios radicales, el resultado ha sido superior...
Superior a lo esperado porque he optado por la nada, nada que acarrea toda la sorpresa posible dentro de lo inesperado.
Es probable que me agraden las sorpresas, y eso tiene el riesgo del desencanto, y frente a estas situaciones, intento visualizar la parte positiva, de esta forma, la balanza se inclina a mi favor, ciertamente medido desde mi punto de vista, ya que lo más probable es que si lo examina otro, el resultado no necesariamente es el mismo.
Acá juega otro factor importante y es el punto de vista como ves las cosas.
Lo concreto es que jugadas hay muchas, esta vida es un tremendo tablero de ajedrez, y las jugadas magistrales están dadas solo por los maestros, quienes dominan además del tablero, el movimiento de cada pieza y luego en su compleja mente saben decidir por la estrategia correcta que llevará el juego al desenlace perfecto de un jaque mate ganador.
4 comentarios:
Patyta....este escrito me llega y me hace mucho sentido, ademàs en esta etapa laboral medio extraña .....uff me siento muy identificada
ultimamente estas muy reflexiva... que serà??
Juas Lanita, Mis reflexiones estan ligadas al Tiempo, no es nada mas ni nada menos que tiempo.
Me alegra que te haga sentido Lanita, la idea es sencillamente dar vueltas sobre lo que no acostumbramos a poner en el tapete porque es demasiado evidente, sin embargo la mayoria de nuestros malos ratos se debe a que ignoramos las cosas básicas de nuestra existencia. De la misma manera que necesitamos el agua y pan diarios, necesitamos darle un curso a nuestra vida y eso lo hacemos decidiendo.
Es mi humilde opinión.
Abrazos
Hay decisiones que implican valor, para mí una de las mejores cualidades del ser humano.
Tener valor manejando poca información y arriesgar gran parte de la supuesta "seguridad" de las cosas, está asociado con la parte más potente de uno, aquella que trasciende. Valor también es, como lo plantea Robert Frost en su libro Sabiduría: "de lo que tiene que armarse un soldado cuando que sabe que tiene que ir al frente, pero no tiene claro si volverá", es lo desconocido, lo intrigante, lo que de alguna forma nos abre nuevas puertas, lo seguro, como cantaba Alberto Cortés, "ya no tiene misterio", el misterio es chispa capaz de iluminar y empujar nuestros deseos más profundos.
Cariños.
Kanelo, que fuerte lo que comentas, me refiero a ese tipo de valor que debe ser una de las decisiones de mayor contradicción y entrega que debe existir, ya que la incertidumbre de no volver de una guerra es altisima... es dejarlo todo.
Es un buen tema, como para un escrito sin acompañante.
Abrazos gran Kanelo
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